¿De dónde venimos? ¿Por dónde andamos? ¿Hacia dónde podríamos ir?


martes, 13 de julio de 2010

Breve y apresurada primera entrada

Aunque a día de hoy pueda parecernos incluso aberrante, los enlaces matrimoniales (concebidos únicamente como enlaces entre una mujer y un hombre) respondieron durante siglos a intereses económicos, políticos y militares de las familias de los contrayentes. No sería hasta el siglo XVIII que comenzó a extenderse la idea de los matrimonios libremente escogidos por los contrayentes por amor y para amarse. Por su parte, el siglo XX es el siglo de la erotización del matrimonio, esto es, se asentó la creencia de que amor y atracción/placer sexual van siempre de la mano. Para las últimas décadas del siglo pasado Occidente había desarrollado un proyecto de relación matrimonial novedoso: matrimonios por amor entre una mujer y un hombre que esperaban satisfacerse mutuamente gran parte de sus necesidades afectivas y todas las sexuales.

A día de hoy la gran mayoría de occidentales nos encontramos o bien intentando realizar este proyecto o bien cuestionando alguno de sus aspectos; cuestionamiento que a menudo realizamos desde sus propios postulados, así por ejemplo:

- cuestionamos la propia institución matrimonial porque “para amar no hacen falta papeles”
- reivindicamos las relaciones amorosas gays y lesbianas porque “igualmente responden a una finalidad amorosa que es la legítima razón de ser del proyecto matrimonial (actualmente defendido como válido y deseable)”
- abogamos por el divorcio porque “un matrimonio en el cual el amor se ha acabado carece de sentido”; “ un matrimonio sin amor resulta contraproducente para los cónyuges y en consecuencia para los hijos”
- afirmamos la necesidad de nuevas formas de relaciones afectivosexuales porque “el matrimonio monógamo e indisoluble se descubre incapaz de satisfacer elevadas expectativas de placeres sexuales a lo largo de toda una vida”; “igualmente parece incapaz de satisfacer de por vida elevadas expectativas afectivas”; “la monogamia implica posesividad y la posesividad es incompatible con el amor”, etcétera.
- cuestionamos los privilegios matrimoniales porque “si bien antaño el matrimonio era una institución con una diversidad de funciones sociales que hacían de la relación matrimonial uno de los pilares de la sociedad, hoy los matrimonio son, básicamente, relaciones orientadas a la mera satisfacción de necesidades afectivas y sexuales del individuo. No se diferencian de otras relaciones sexoafectivas. Nada, entonces, en los actuales matrimonios justifica los privilegios otorgados a quienes deciden contraer matrimonio”; además, desde posturas feministas se desenmascara a la institución matrimonial como uno de los pilares del heteropatriarcado y se defiende que en una sociedad que aspira a la igualdad no podemos seguir manteniéndola en sus privilegios.

En este blog queremos adentrarnos en lo que fueron, están siendo y podrían ser nuestras relaciones afectivosexuales o sexoafectivas. Porque vivimos una época de grandes cambios en la que también nuestras formas de relacionarsnos han sido y, para adaptarnos a las nuevas circunstancias, deben ser modificadas. Pensamos que acercarnos a nuestras realidades y proyectos de ayer y de hoy, las nuestras y las de muchxs otrxs que realizarons elecciones diversas, puede ayudarnos a escoger hacia dónde y cómo queremos ir.